miércoles, 26 de marzo de 2008

Fragmento

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La extrañaba, si. Pero de un modo curioso: extrañaba sus defectos.
Extrañaba sus obscenas desentonaciones en sus matinales duchas, extrañaba su memoria cuasi-amnésica que muchas veces me hizo saltar de la cama en el medio de la noche para abrirle la puerta, extrañaba su poca virtuosidad en la cocina, sus fideos pegados, su arroz pasado.

¿Me llaman morboso? Puede ser. Creo que en esta vida carnal, las personas somos esencialmente nuestros defectos y virtudes. Los "mas o menos" no dicen nada.

Las virtudes del otro se disfrutan en el momento. Los defectos se extrañan en la posteridad.

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