viernes, 17 de agosto de 2007

JA JA

En estos últimos días de vacaciones estoy siendo víctima del insomnio. Para aliviarlo recurro a diversos métodos: dar vueltas en la cama, recordar la cara de Bernardo Neustad, recrear formaciones de equipos de River. Pero no obtengo grandes resultados. Ayer probé con hacerme preguntas boludas, y pensar en las respuestas.

En un momento me surgió la pregunta: ¿Cuál es el sonido mas asqueroso que escuchaste en tu vida? Y empezaron a venir a mi sonidos como eructos, pedos, crujidos de huesos, llantos de bebé, tornos de dentista, vómitos, pruebas de micrófono, subtes, el ruido pre-escupida, aplastamiento de una cucaracha, Giordano cantando, Cavallo hablando en inglés. Pero finalmente no me quede con ninguna de esas respuestas. La ganadora fue... La risa falsa.

Es realmente repulsiva, innecesaria. Asquerosa. ¿Qué función cumple la risa falsa? Porque si realmente la función es simular que la risa es natural, tengo malas noticias: Les sale muy mal a todos. Es demasiado evidente la falsedad de esa risa. Porque si hay algo que es espontáneo (además del hipo) es la risa. La risa tiene que venir de abajo, carraspeada desde el fondo mismo del esternón, tiene que llegar como un jadeo, lastimarte. Debe llenar la boca, atragantarla, que se la pueda masticar, escupir.(Gracias Roberto).

Es inadmisible falsear una risa. Tiene que ser penalizado. Debe ser una de las formas de mentir mas crueles que existen. ¿De dónde viene la fuerza que origina la risa falsa? ¿Qué músculos se ponen en movimiento para ejercer una acción de tal patetismo? ¿Cómo los otros músculos no los exterminaron aun? Seria un gran acto de justicia si lo hicieran. Da real risa imaginarse la cara que pondría la persona que es socia del club de la risa falsa, si al intentar realizar su acción predilecta se encuentra con una tos perruna producto de una rebelión muscular.


Pero no es ese el tema. No. El tema es que no puedo dormirme. No funciona esto de hacerme preguntas. Me hacen enojar. Y el sueño necesita de la ausencia de emoción.

Voy a volver a las fuentes.. a ver...

Neustad...Neustad...Neustad...

jueves, 16 de agosto de 2007

Fontanarrosa

Podrán decir cualquier cosa de esta etapa de globalización que estamos transitando. Pero hay algo en ella que transcurre con irreprochable coherencia. Algo con lo que los Passarelistas (nunca oí nada sobre la existencia de este grupo) se identifican. Y es la velocidad con que transcurre la vida. En todos los aspectos, se vive con una velocidad que provoca una densidad de sensaciones que supera todo tipo de posibilidad de expresión física. Cada vez que me anuncian la llegada de una nueva persona a este mundo, temo que del vientre de la madre salga una persona que en lugar de pies tenga ruedas, y en lugar de manos, alas.
Un enganche necesitamos. Un Román Riquelme en nuestra vida. Un muñeco Gallardo ¿Por qué no? Alguien que haga la pausa necesaria para pensar, hacer o sentir una sola cosa a la vez. Y en efecto hacer mejor las cosas.
En realidad no me preocuparía por esto, sino fuera porque necesito explicar el porque del tardío “homenaje” (las comillas son para aclarar que de hecho no encontré una palabra mas acorde, porque no puedo denominar a esto como un homenaje realmente).
El tema que refería de la falta de pausa en la que vivimos lo relaciono con la inmediata reacción que se tuvo en general ante la muerte del gran Fontanarrosa. Uno veía por la tele instantes después de que se anunciara la noticia, fragmentos de lo que hizo Fontanarrosa mediáticamente. Se lo veía con ese genial discurso sobre las malas palabras, o hablando de fútbol, en fin diferentes anéctodas divertidas que nos dejo.
A mi eso me produce una sensación muy extraña. Por un lado esta presente la terrible noticia, por otro uno se ríe ante el discurso sobre las malas palabras. El conductor del programa de turno dirá un discurso moralista, onda.. “Además de que fue un gran artista, hay algo que es mas importante, fue una gran persona..”. Apago la tele a la mierda. Reprendo al periodismo. Pero, empiezo a entrar a blogs, y también aparecen homenajes a el. Los puteo por consumistas.
Yo si fuera ellos, pondría un cartel en la pared frente a la cabecera de mi cama que diga: PARA.
¿Por qué el apuro al homenaje? Es trágica la noticia. No hay que reírse por lo que hizo todavía. No hay que obviar el tramo del duelo por lo que le paso. Respetemos mas a la muerte carajo. Una sensación por vez, no se puede mezclar al dolor con la risa. Hay que vivir el dolor, tragarlo, aceptarlo, y finalmente naturalizarse con el. Y después si, riámonos con lo que fue Fontanarrosa. Recordémoslo, por lo que lo hizo grande. ¿Cómo todo ese trayecto de tragar, aceptar y naturalizar puede darse en tan poco tiempo?

Habiendo dicho lo mío, procedo al “homenaje”.


Antes que nada quiero aclarar que no soy un lector empedernido de Fontanarrosa (He leído 2 libros de cuentos, algunos cuentos sueltos y algo de sus historietas). Sin embargo el siempre me inspiro ese respeto, esas ganas de escucharlo, esa certeza de que va a decir algo auténtico, que no muchos me producen. No se explicar bien porque me genero tanto dolor su muerte, realmente no encuentro las palabras. Se me ocurre decir que Fontanarrosa fue un caradura. ¿A quién le da la cara para hablar sobre malas palabras en un congreso de la lengua? No solo un caradura, también un desubicado. Tal vez tenga algo de relación con eso mi dolor. Hacen falta escritores caraduras, desubicados, auténticos, divertidos. Hay una invasión de discursos de aplauso monocorde, de respuestas predecibles, de lenguaje correcto. Tal vez sea por eso, si.

Fontanarrosa fue un distinto dentro de un grupo de intelectuales. Lo cual es decir algo. Logro plasmar en texto de manera exacta, sensaciones. Cosas a las que yo diría: “Vos no lo entenderías. No se puede expresar en palabras lo que yo sentí en ese momento”. Fontanarrosa se encarga de hacerme quedar mal. De evidenciar mi mediocridad lingüística. Hay un cuento de fútbol de el titulado: La observación de los pájaros. En ese cuento describió lo que yo sentí en el Boca-River del Clausura 2007 de un modo tan exacto, que por un momento pensé que el se había metido dentro mío ese día para observar mi sensación, y con esos datos escribió el cuento.

Es muy útil leer a Fontanarrosa para la gente que no entiende lo que es el fútbol. Para los que dicen que son 22 personas corriendo detrás de una pelota. En Escenas de la vida deportiva, muestra la previa a un picado con amigos. Traslada a gente que nunca en su vida va a vivir esa previa por estar alejada del fútbol, la situación. Les dice: Esto también forma parte del fútbol.

Incluso en cuentos que no son de fútbol, Fontanarrosa nos deletrea sensaciones. Y lo hace además a través del humor, que es sin dudas su mayor característica.

Por suerte no cumplió su palabra. Digo, la que dio en Palabras iniciales, donde decía: “Hay millones de libros en los estantes, es increíble la cantidad alucinante de pelotudos que escriben hoy por hoy en el mundo y que se suman a los que ya han escrito y escribirán. Y los que han muerto, los cementerios están repletos de literatos. No se contentan con haber saturado sus épocas con sus cuentos, ensayos y novelas, no. Todos aspiraron a la posteridad, todos querían la gloria inmortal, todos nos dejaron los millones de libros repulsivos, polvorientos, descuajeringados, rotosos, encuadernados en telas apolilladas, con punteras de cuero, que aún joden y joden en los estantes de las librerías. Nadie decidió, modesto, incinerarse con sus escritos. Decir: “Me voy con rumbo a la quinta del Ñato y me llevo conmigo todo lo que escribía, no los molesto más con mi producción”, no. Ahí están los libros de Molière, de Cervantes, de Mallea, de Corín Tellado, jodiendo, rompiendo las pelotas todavía en las mesas de saldos.Sabios eran los faraones que se enterraban con todo lo que tenían: sus perros, sus esposas, sus caballos, sus joyas, sus armas, sus pergaminos llenos de dibujos pelotudos, todo. Igual ejemplo deberían seguir los escritores cuando emprenden el camino hacia las dos dimensiones, a mirar los rabanitos desde abajo, otra buena frase por cierto. “Me voy, me muero, cagué la fruta –podría ser el postrer anhelo–. Que entierren conmigo mis escritos, mis apuntes, mis poemas, que total yo no estaré allí cuando alguien los recite en voz alta al final de una cena en los boliches.” Que los quemen, qué tanto. Es lo que voy a hacer yo, téngalo por seguro, señor lector

Por suerte, o porque no le dio el tiempo para expresar su deseo, o por lo que sea, Fontanarrosa sigue vigente en sus textos. Léanlos, se van a reír, van a conocer sensaciones no conocidas, o a revivir sensaciones vividas.

Y esto va a ser mi “homenaje”. Solamente esto quería destacar. Esas 2 cosas. Su humor, y su habilidad para expresar en palabras, en anécdotas, en cuentos, sensaciones. Sentimientos. Cosas que parecen abstractas. Como un programa que pasa de WAV a MP3, El es un escritor que pasa cosas abstractas a concretas, tangibles.


Murió Roberto Fontanarrosa. Todo un modelo de persona. (Ni bueno ni malo, ni lindo ni feo. Distinto)